lunes, 4 de enero de 2016

Fuegos artificiales


Como las astillas que arrastra a cuestas el sepulturero,
las auroras con su piel desgastada por la ceniza del alambique.
Hay muchas diademas con el estertor caminando sobre sus poros,
lo sabe el tiempo y sus despiadados verdugos del viento.
Usted, camina ebria y encorvada ante el pálpito holgazán del tiempo.
A diario respiramos el humo puro, pira de los andenes desnudos.
Siempre marcamos o desdibujamos el moscardón de la hoja en blanco,
devolvemos el vomito al arcoíris mediocre de los semáforos,
mientras convencemos al crepúsculo que es niebla la que lo desgarra.

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