No estamos exentos de las calles del naufragio,
a espaldas del viento nos deslizamos como orugas por los
periódicos;
nada se devuelve cuando se lee en mayúsculas la borrasca
sanguínea,
esas alas rotas de un inválido país, esos meñiques
esparcidos por todo el barrio.
Nos envuelven con harapos escupidos, las sombras son el
bufón mejor pagado;
sobre la bandera muchos describen la vida que una vez
desvivieron,
cuántos han de morir para poder escribir en una sola línea
lo que verdaderamente define a un resquebrajado país.
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