En cada una de las aldabas, rechina la albahaca con sus huesitos agrietados;
más allá de los dinteles: la vida es una tromba dentro de un vaso al borde del peñasco.
(Se nos abren las venas a punta de melodías rotas y notas caducadas.)
Titilan las ojeras laceradas de la noche, como si nadie tuviese la culpa,
se nos dice que guardemos el debido silencio ante tantos andenes despellejados.
En el bolsillo llevamos las monedas invisibles de la historia, sucede lo mismo con ellos,
sucede que las palabras son bufones riendo de sí mismas al caminar dentro del extravío.
Siempre huimos como cobardes del susurro de las moscas, el sótano está lleno de gallinas.
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