(¿Qué
nos queda por respirar bajo los escombros?)
Aquí, las enfermedades se construyen en
secreto.
─Salvo en mi mundo, salvo en las orillas de mi
costado.
Quizá sea una falacia, pero he visto al sol
quemarse bajo mi piel;
y tú, sabes cómo se siente estar cerca del
umbral.
Entre las ventanas, el azul indiscutible del
espejismo,
las alondras esperan en silencio, esperan mi
regreso.
El llanto no hace débil a los hombres, ¿acaso
nacimos enojados?
Escucho tras mis párpados, el susurro de tanto
laberinto;
hacia dónde nos lleva el dolor cuando nos
convoca al vacío.
No te muevas, me dijo. Sus palabras se
insertaron.
Ella parecía rueca, yo parecía sombra tras mi
voz casi devastada.
Todos nos topamos con situaciones en las que
no podemos ser nosotros;
solo nos queda darle vuelta a la ruleta y
esperar a que no caiga espantapájaros.
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