(Baldíos los sueños. Las pesadillas escalpelan.)
Rumores y llagas en las baldosas llorosas de mi bandera.
Quizá un día retengamos el cabalgue de los caracoles
o respiremos como hipocampo entre las bandurrias.
Llevo a tanto lamento en brazos, tengo cráteres en los ojos
y todavía arrastro el yugo que equidistante al vacío me socava.
Ya tengo un espacio en la memoria, uno para ti y tus metales;
mas el mar sube y sube como marea entre las arterias de la geometría.
¡Dime! Dime qué hago en medio de flores malignas y cercos naranjas.
─¡Dime tú lo que no sé! De seguro haré menguar el suplicio
y no tendrás que morir de nuevo como otro fruto de la nada.
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