Cuentan que un lagarto
estaba harto de toda la gente,
él se irritaba al ver a tantas personas
luciendo enormes y tristes carteras;
también huía al ver botas de cuero,
oscuros sombreros y cinchos de lágrimas.
Bajo los escombros,
─el triste y enojado lagarto─
llora como el cielo lo hace,
llora como sus hermanos lloraron;
se esconde del sol, de la luna,
busca algo que le sane su dolor.
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