Llevo un ramo de flores
para la fábrica cercana,
con ellas trato de acercarme,
de acercarme un poco
al núcleo del insomnio.
Aquí nunca llueve,
pues el enorme humo
vomita en las ventanas;
el cielo se enrojece,
sufre de conjuntivitis.
¡Cuánta melancolía!
Ya no quedan lágrimas
que limpien y purifiquen
la herida de la inexistencia.
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