Heme aquí
entre caballos y artefactos,
entre náuseas y cloacas;
todo es fermento
del amputado traje de horizontes.
Es necesario caminar
con los brazos despojados de piel,
sentir el frío, la muerte iridiscente;
bajar como lo hace la lágrima
hacia donde el soplo acoge
y hace tiritar a la más fría escarcha.
Uno se sienta sobre las hojas
y las hojas sobre el anteojo de la vida.
¿Quién se sentará sobre nosotros?
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