Musgo brillante. Pálpito de vuestros ojos.
Cabeza fría. Corazón de nahual en verdad.
Bajo vuestra espalda reposa para quedarse el agua fría.
Vuestro corazón no palpita, mas es más grande que todas las ruinas aquí reunidas.
Fluye el agua, fluyes vos con ella, princesa, princesa mía, voz del bosque,
voz de cada hoja frotada por el atardecer que recorren mis dedos.
El viento, ¡ah el cierzo! Tan retozón como siempre,
tan cálido como vuestro pecho,
tan efímero como el pestañeo de un colibrí
sobre la mano de un niño abofeteado en los labios
después de derramar por el suelo el rocío de la madrugada.
Musgo brillante, pálpito en vuestros ojos;
hoy mi mano transmite un poco de vida...
a tu descosido cuerpo sin alma.
Cabeza fría. Corazón de nahual en verdad.
Bajo vuestra espalda reposa para quedarse el agua fría.
Vuestro corazón no palpita, mas es más grande que todas las ruinas aquí reunidas.
Fluye el agua, fluyes vos con ella, princesa, princesa mía, voz del bosque,
voz de cada hoja frotada por el atardecer que recorren mis dedos.
El viento, ¡ah el cierzo! Tan retozón como siempre,
tan cálido como vuestro pecho,
tan efímero como el pestañeo de un colibrí
sobre la mano de un niño abofeteado en los labios
después de derramar por el suelo el rocío de la madrugada.
Musgo brillante, pálpito en vuestros ojos;
hoy mi mano transmite un poco de vida...
a tu descosido cuerpo sin alma.
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