Ramiro corre tan alegre,
corre a través del inmenso valle;
en su mochila lleva mucho rocío,
las nubes lo cuidan para que no se dañe.
Ramiro recorre cada jardín,
cada jardín del valle,
en cada uno reparte rocío,
antes que la estación cambie.
Ramiro… Ramiro, Ramiro,
no eres más que el viento,
el viento que cobró vida
y ahora vive como un niño.
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