He huido mucho de mí mismo.
La sangre es la primera en perseguir mi rastro.
─Ella no es la única, la sombra sabe apuñalar el instante.
Explicar que mi sonrisa fue transportada a la orilla de un
mundo solitario.
Explicar que ahora tengo alas, alas de caracolas desplumadas
por la retaguardia.
Ignoro si mis manos existen, ignoro si yo existí mientras se
inventaba mi muerte.
Partí sin partir, respiré sin respirar, amé sin amar, morí
sin morir;
los pájaros tocan la sinfonía gris encajada entre mi pecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario