Escuchad el canto paupérrimo de los gatos.
Escuchad el llanto del meteoro, escuchad.
Escuchad atentamente, la vieja vereda os habla,
encendida como antorcha para lo inverosímil.
Escuchad el vuelo inestable de los pájaros del amor,
ya que el cielo es un borracho con cirrosis hepática severa;
escuchad, escuchad la sinfonía gris de la hojarasca.
El agrietado grito de los árboles escuchad,
pues no hay otro retumbo más que éste.
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