(Los pájaros se despojan de la sangre del crepúsculo.)
Un día será él el que se despoje de nosotros
y tendremos que buscar una manera para llegar
y entregar ─a modo de luz─ nuestro aliento poco inusual.
Entonces nuestro viaje habrá concluido, lo sabrán las persianas,
cuando se entreabran junto a los vagones traseros del horizonte.
Pronto, serán otros pájaros los que habiten sobre el alfabeto,
serán otras lágrimas las que laven todo el dolor fruncido en los tejados.
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