La sangre era encarnación y su sello: el rojo y el horror de la sangre.
Comenzaba con agudos dolores, un vértigo repentino, y luego los poros sangraban y sobrevenía la muerte...
Edgard Allan Poe.
Muchas mentes que divagan sobre el manso polvo del olvido; dejan rastros negros, desviando el susurro de la medianoche; meditando la luna sobre el sol, desviando sus rayos de luz hacia la noche putrefacta, los moros que aún caminan; siguen los rastros de la sangre ya coagulada por el aire caliente del cementerio que ahora vivimos... Las mentes débiles bailan sobre las catacumbas ya quebrantadas por el olor del tiempo, tiempo que nunca volverá a ser como antes, lloran los ríos que ahora son tumbas, lloran los pozos, lloran los acantilados, lloran porque este tiempo no es el siglo XX o XXI sino un siglo de mortalidad retorcida...
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