Eres el océano al que todos quieren entrar,
descuartizar, hacer añicos mientras llega el alba.
Cada hombre tiene una obsesión impúdica,
cada hombre tiene un par de ventanas,
ventanas trituradoras del alma.
Has levantado, ¡ay, amiga mía!, del largo letargo,
a una extensa jauría de arrugas.
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