Anoche tuve un sueño, no sé si estaba despierto,
¡soñé contigo!, realmente soñaba despierto;
te soñé en un puchito de tierra,
te movías en el viento de la línea férrea.
Eras como una estrella:
que se encendía en el traspatio de la Luna,
jugueteabas con las luciérnagas,
abrías las ventanas del encierro,
transportabas tus felicidades
hacia el lugar donde no existe el averno.
─¡Ah!, ¿me hablaste?, escuché un susurro,
eras tú hablándole a mis ojos.
─No te duermas, ven conmigo,
viajemos juntos hasta el ombligo,
ese ombligo de la Tierra,
donde todo comenzó aquel día.
─Sollocemos juntos, amor mío.
─Ahora despierto, estoy a tu lado,
envuelto en las sábanas de tus poros,
esperando la explosión de tus meteoros.
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