Veo a través de la mascarilla del calendario. Veo a través de sus entrañas.
Veo como cualquier guijarro esculpido bajo la hojarasca,
donde los gusanos trenzan el follaje y nosotros tejemos la pestilencia.
Veo entre las fauces de la sombra y en tu rostro desvanecido a escombros.
(Nunca me he puesto a cavilar en la decadencia de tus axilas,
mas cuando lo haga, seguramente desaparecerás como polvo cósmico
y tus puñales los habré colgado del clavo arrinconado en las cloacas.)
Ya no soporto la voz fúnebre de los metales, ya no la soporto más.
Se han vuelto indecisos los narcisos, ya no saben ni qué respirar.
¿Acaso el viento ha traicionado a los árboles?
¿Acaso los árboles han traicionado al viento?
─Me levanto, abro las persianas de la duda, huyo de las cacofonías del ocaso.
Hoy, vivo como odre en desuso, pero mañana recuperaré mis negras alas.
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