Ahí viene un gitano con una pesadilla en brazos.
Ahí viene una gota de Sol en un ánfora prolija.
Ahí viene un pájaro con un cementerio en su pecho.
Ahí viene un cuervo con sus ojos cubiertos de musgo.
En cada cueva, el gruñido hipócrita de los murciélagos.
En cada ataúd, el ardor amarillo que vomitó el arcoíris.
En cada hojarasca, las lágrimas posesas de un bosque pálido.
En cada cuchillo, los colmillos de la morgue en las aldabas.
Y a pesar de las astillas que cercenan mi alma,
sigo en la búsqueda, en la búsqueda de esa luz casi extinta,
extinta en la boca de los peces, de los peces que gritan despojos.
(Ahí viene un gitano con una
pesadilla en brazos.
Ojalá algún
día las comas solo separen flores
y no nombres
cuyos apellidos son disecados.
Ojalá algún día
las aguas sean tan claras como tú
y no un
laberinto de huesos nebulosos.
Ojalá algún
día vuestros cabellos elaboren camisas de fuerza,
para no ir
tan lejos y buscar el progreso en los confines del arado.
Ojalá algún
día el rito del agua refleje nuestros candelabros
y no la
podredumbre que arrastra como yugo hacia el ocaso.
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