Traigo un puñado de abismos en mis bolsillos.
Traigo una clavícula rellena de puertas
-sin salida-
que atormentan el galope de mi sangre.
¿Por qué sufres así?
¡Pregúntale al polvo! Y no me digas lo que te dijo.
Vivo en un mundo ecuestre de caballos y asnos.
Vivo como pulpo sin ventosas ni tentáculos.
Vivo sin pensar en el mañana, el mañana me piensa.
Cargo esta cruz en mis vértebras:
como navío sin puerto y proa que lloré por ella,
como un taburete sin patas, sin lisonja ni egoísmo.
Traigo un puñado de abismos en mis poros.
Traigo a lo que le llaman educación en mi saliva.
Aquí,
hoy,
digo:
¿dónde estarán las pieles
y los colmillos que ayer mutaban barro?,
¿a dónde fueron?
Después de todo, nacemos del polvo
y elegimos entre fango y aceite.
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