Para André Cruchaga
Mientras el país avanza como una tortuga ecuestre,
vos, te inyectas cocaína en el entrecejo;
¿en qué pozo se almacena la sangre de los días?,
¿en qué retina la muerte ha hecho su nido impávido?
(La ausencia de la cura hace más brutal la ópera.)
Agazapado, con el cuerpo desnudo y la cabeza adolorida,
sigo escribiendo esas cosas que alguien no pudo escribir,
esas cosas que duelen como una aguja en la retina,
esas cosas que a los muertos se les olvida gritar
y que el viento se lleva hipócritamente hasta su cubil.
Sigo aquí, hincado, frente a la silla inexistente del automatismo,
con la garganta acurrucada en las digresiones,
con el alma quebrada en mil gerundios;
sin embargo, la noche toca a mi puerta
y sus órganos los trae envueltos... en una servilleta.
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