I
No dejemos que nuestras hojas caigan junto al otoño.
No permitamos que más guerras arruinen las pupilas de los ángeles.
No perezcamos en este laberinto de piedras y leones.
No le demos paso a la corrupción vestida de saco y corbata.
Nunca dejemos de soñar, soñemos hoy, luchemos,
para que el día de mañana florezca un nuevo Sol.
II
Muchos viven bajo la opresión de las cadenas del silencio.
No hay que ser conformista. Sin embargo, valoremos,
valoremos hasta la cosa más sencilla sobre la Tierra.
Seamos humanos, seamos mariposas,
seamos impacientes, no nos humillemos ante las libélulas.
III
Piensa en ti, en los hijos que has de tener, borra tus fracasos,
pero aprende de ellos; digo que luches ─pero no contra tus hermanos─,
lucha contra las víboras, contra los buitres,
pero no olvides que ellos también tienen derechos.
IV
(Yo y mis gritos estamos en el traspatio del otro mundo.
Quizá ya nadie los escuche, pero aún sigo aquí,
con la esperanza de que la poesía trocará hasta el infinito.)
V
Pienso en ti, pero a la vez pienso en mí,
ya que no se puede huir de uno mismo.
VI
¿Acaso crees que me había olvidado de ti? Jamás ha existido el olvido.
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