Si un caracol viaja en una moto de corcho
y choca con la ola más aterradora del mar,
el cielo se irritará y dejará caer un mazo
junto a una manzana de espejos y cabelleras;
luego se redactará en los periódicos: que un pulpo se estrelló
y causó daños irreparables en las arcas cristalizadas del páramo.
Sucederá entonces, que el silencio y los ojos de la espuma reirán,
mientras la sal del océano cicatriza las heridas de aquel caracol.
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