Cuelgan féretros del ovario de las magnolias.
No hay rastro del caracol verde de los candiles.
¿Acaso el crepúsculo es un sarcófago de tapa abierta?
Bajo la piel del sudario, la marea se alza en rosas negras,
en negros páramos donde se encasquilla la ignorancia
y donde Hades escupe a diario los planes para el oprobio.
─Habrá que buscar cántaros que guarden cada suicidio.
(Ya no hay azul en las linternas, ni quevedos para la sal.)
¿Sabe usted de la noche que encierra cada violín inasible?
Ya no hay mapa conceptual que defina la risa escarlata de la muerte.
Usted. Usted comienza a morir bajo el puente de la nada.
Yo, empiezo a cercenar el ombligo... de las digresiones.
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