He escogido este camino, un camino de aguijones
y estrellas despercudidas ante la pálida luz de la noche.
Hay zarzas mirándose sigilosamente al espejo,
incluso pájaros que observan nuestros ojos como dos semillas
sin germinar.
Dentro del rostro, la ruta se vuelve un mar lleno de relojes
y entrañas.
Aquí no cabe ni el soplo del viento, ésta maleta solo admite
estertores de buen calibre.
─¿Deseas viajar? El barco zarpa cuando cae la primera
lágrima,
reconocerás el puerto de inmediato: sobrevuela el caos sobre él.
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