En estos días de fetiches y vómitos redondos:
las aguas inundan y depredan los chiriviscos,
mientras todos se disfrazan de moscardones
e invaden los andenes con sus pancartas.
(Nosotros, siempre hemos sido aprendices de las luciérnagas
y hasta ahora no nos hemos convertido en estúpidos.)
Hemos aprendido a descifrar el lenguaje de la orfandad,
hemos sido, de alguna forma, la excepción en las alcantarillas.
Ahora sabemos traducir el idioma de los pezones
y hablar en lenguas poco habituales para algunos;
nada más nos queda, pedirle prestada la luz al infinito,
para seguir con la escritura en estas islas de intemperie.
Al fin y al cabo, somos oriundos del eco de los pájaros.
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