Me siento gris.
─Por qué,
qué te pasa.
Lo cerca que estuve y lo lejos que ahora estoy.
Eres una huella de luz en mis labios y eso, es lo que me
pone triste.
─¡Mmmm! Amigo, qué te pasa, si estamos juntos siempre. ¡No me digas eso!
Llegaste de un modo celeste a mi ser y ya tenía una estrella alojada en
el pecho.
Ese día me fui con un laberinto en mi garganta y no pude llevarte conmigo. Ahora eres luz desfallecida, Luna que alumbra en negro todas mis sombras.
¡Ay de mí! ¡Ay de mis paranoias y mis pensamientos absurdos, que quieren arrastrarme hacia el abismo del suicidio!
─No estés triste, que yo estoy cerca de ti, aunque tú no me puedas
ver.
Estoy como en aquella tarde, ebrio de ti. Extraño el temblor del
beso, beso ilegal, ese beso que en mi ventana dibujó tanta lejanía y que provocó el aislamiento de mi alma.
Se oye taciturno. ¿No lo crees?
Es algo que escribí esta madrugada; mas no te pongas
mal, porque yo no lo estoy. Al contrario, estoy feliz, porque de nuevo, eres madre
de luz. Finalmente, doy gracias al Arca del Respiro, por haberte puesto en mi camino.
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