De todo lo inasible: el hijillo se desliza por la pluma.
De todas estas cosas de granito y bronce,
la escarcha y el cordón umbilical del crepúsculo;
nada es nuevo en este cubículo de alcantarillas,
nada es tan maravilloso como despertar vacío,
nada es tan brutal como este oficio de la escritura,
nada, nada es como la morgue que cargamos junto al rocío.
(¿Lo sabías? Sí, mas no tengo título de hiena, ni diploma de buitre.)
Aquí estás, frente a esta sangre negra, sangre sin diferencias,
sangre que en el alfabeto se torna tuerca para la asfixia.
─Salto de un nenúfar a otro, mi alma se hunde y mi cuerpo flota,
como aquel globo de helio que lleva todas mis utopías de niño.
Ahora es personal, es una migaja de veneno, una hoja de truenos,
una nube que viaja a la velocidad de la venganza, sobre las piedras.
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