Romper las sombras de Anubis.
Adentrarme en la pirámide de Guiza.
Morir y resurgir de entre los soles de Ra.
Ser tu báculo de fertilidad.
Abrir paso entre los laberintos de Osiris.
Elevarte hasta tocar la isla de Horus.
Acariciarte bajo la tormenta de Seth
y salir ileso tras navegar en las arenas
movedizas de tu sexo;
es amarte, es dibujarte en cartografías
y sellar el punto exacto de tu deleite.
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