Siempre apagamos la sed con vestigios. Escupimos al tiempo
y dejamos a que el pantano haga su trabajo de bufón.
Mientras las piedras copulan, insectos salen del crepúsculo
y carcomen la última luz, apoderándose de la Nix.
─¿Hasta dónde llegarán los golpes, los tajos, los dolores de parto?
En el grito, lo que a menudo se vende en los periódicos,
ya nada es asombro en las fachadas, nos hemos vuelto de oscuro mirar.
En medio de ti, aterriza la niebla, las lágrimas de la Luna casi extinta,
el esperma joven, los ataúdes del aire, hongos que tapizan a galope.
(Ya es tiempo de mirar al fondo, de ver bajo la falda del pozo
y arrancar de raíz a lo estrépito. ¡La noche... ha vuelto a menstruar!)
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