En la esquina contrapuesta del granito: él, con su piel cubierta de modorra,
merodea sobre las baldosas de la podredumbre, escupe estupidez en las aceras,
se mueve como péndulo entre el rechazo del emporio
y es medio hermano de las cloacas. Nadie sabe en cuántas letrinas ha dormido,
ni que avernos ha visitado; he is black tanto durante un eclipse
como en un día de verano. Su vida se compone de etanol y estocadas,
en su diario siempre escribe epístolas con resaca, un mar de cenizas.
Al final de su travesía, la bomba atómica estalla y se lleva lo único bueno,
su paternidad y las lágrimas de una hija que golpea el pecho de una botella.
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