Más allá del hijillo, el espejo de papel del teatro;
en la cara casi sonámbula del crepúsculo:
el eco de la incandescencia en desuso,
los pormenores de los güistes, las hamacas,
los sombreros, paraguas bastión de la angustia.
¿Acaso mencioné que las tumbas están llenas de púas
y de tarimas repletas de burla y desprolijos espermas?
(Quizá no lo sepas, pero aquí, se ha perdido la luminiscencia.)
Hay niños caminando entre lémures, fábulas sin destello,
leyendas convertidas en gárgolas; luego nos dicen buen día
y no se dan cuenta del despilfarro en las alcantarillas; por si acaso,
guardo las fotografías, los gritos, en este candelabro sin mecha.
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