Cómo explicar la puerta abierta de las venas.
Cómo saber cuando la ceniza aletea en los periódicos.
No puedo entender lo fatuo de los gerundios, ni el adusto guiño,
ni las falsas imágenes de los metales; no puedo ver lo visible,
no puedo ver la herida infectada de los espejos. (¿Quieres verme?)
Me gustaría que entendieras la agonía, al animal que llevo dentro.
No quiero convertirme en presa del follaje. ¡Escúchame!
¿Acaso has perdido el sentido de lo ilógico? Hay bisagras en cada hoja,
lo demás existe en los viejos tiliches del viento. Ríete de mí,
ríete de todo lo que hacen los conejos mágicos con el alfabeto;
al paso de los cuervos, la antropofagia multicolor de los buitres,
los graderíos del fetichismo, oscura penitencia de lo inmóvil.
Me detengo a atisbar los ojos sombríos de la noche, no hay Luna,
ni hombre lobo que la haga de machista frente a la herrumbre;
te doy en este puñado de sombras, todo lo que soy, todo lo que tuve.
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