Mil laberintos sin respuesta en cada rostro de polvo.
(Postrados los violines.) Sobre el caudal del chagüite:
vos amarga, como el ámbar seminal de un dark horse,
como el zumbido de una hoja extraviada de su follaje,
como el vuelo de una piedra entre los pezones de una soga.
─Al fin se tornaron grises los ojos de aquel cuervo, hoy hilvana
y pespunta sombras sobre la piel de una página bajo nieve.
Uno de estos días le pondremos aparejo a lo inicuo
y domaremos la saliva del alambrado, la sed de las chimeneas.
Quizá os parezca un lupanar esta sucesión de fotografías sin rostro,
mas no hay otra manera de calmar el llanto de todos mis nahuales.
Sufren de hipertensión arterial las manecillas sin sangre del tiempo,
ya no se pueden escribir fábulas donde la tortuga gane la carrera
o escribir cuentos donde el leñador acabe con el lobo sanguinario.
Solo entre vos, piel carcomida por orugas, brújulas de exterminio.
─Tu sombrero, ya tiene agujeros del tamaño de una tromba abismal.
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