Tengo una tortuga
que le gusta leer
y poner sus huevecillos
bajo una caracola.
Ella cuenta que la Luna
en varias ocasiones
ha abierto su nido,
y ha vertido estrellas
en cada huevecillo.
¡Qué Luna más traviesa!
Dice mi tortuga.
No conoce el olvido,
ni las lágrimas del camino.
Ahora sucede que mis crías
ya no corren hacia el mar,
sino que se elevan en busca
del espacio sideral.
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