El hombre y la luna / Ben Goossens
Dicen que un día la Luna descendió a la Tierra,
tomó un puño de polvo y lo convirtió en rocío.
Dicen que le crecieron pies y los perdió a causa de lo inhóspito.
─¡Tan querida la Luna y tan odiada al mismo tiempo!
Dicen que conoció la bifurcación del vértigo entre los árboles,
al cortar un cabello de uno de ellos para curar su desfallecimiento.
Le parecía tan horrible la manera en que unos le quitaban la vida a otro,
le parecía tan cobarde la manera en que el Sol se ocultaba.
No oscurecía, ya estaba oscuro, el día planeaba su escape
y las calandrias revoloteaban como un murciélago ciego frente a sus labios.
Dicen que conoció a un hombre de grandes barbas y pestañas heladas.
Dicen que lo vistió de copos y cristales y un manto de almíbar;
que le concedió el don de escribir y agrandar aún más el asombro.
─La muerte, un cerco de púas y largas trenzas que enredan cualquier vitral.
Dicen que un día la Luna descendió a la Tierra
y no encontró ríos que pudieran rellenar... sus lacerados y perpetuos cráteres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario