Ante el empalme ancestral de la hojarasca:
un pelicano grita en silencio a su alcoba,
una gota de agua pinta su boca con fresas prohibidas,
el castor hace la tarea, el agua fluye por las campanas,
un perro habla sin hablar y se muerde la lengua,
una bandera danza cual gitana en medio de colmena intoxicada.
Todo sucede sin suceder, los ojos lo ven, lo ignoran,
otros lo pregonan. La marea continúa, el musgo se expande
bajo el paraguas de un desconocido tumbado sobre la Nada.
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