¡Nada recordaba! No había memoria ni neuronas.
No había lejanía ni cercanía ante los ojos agrietados de
aquel charco.
Solo había pequeñas sirenas entre las grietas abiertas de
aquel universo.
No era una película, no era una novela, ni siquiera un
cuento de hadas;
nada era, y sin embargo lo era todo. Era... la mirada profanada de una chiquilla.
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