Este gallo obtuvo su voz de las visiones.
El sol da vuelta en las veletas enmohecidas del párpado,
cada alba es una ventana sin cortinas, el tronco sonríe.
¿Es costumbre hincarse entre el ixcanal y reinventar el
soplo del escombro?
Mirándonos al espejo el aliento nos acorrala e incluso nos
divierte.
Ese gallo es el primero en respirar el fuego fatuo en
círculos de anestesia,
mientras hilos helados hendidos honrosamente en la garganta le
saludan.
Nos levantamos y ponemos los pies sobre la tierra. El gallo ya ha tragado la herrumbre.
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