Toda mi vida he sido un ciego.
Casi todas las letras que he escrito en papel,
sobre todo cuando duermo, han sido transgredidas por
caballitos de mar
y presentadas a un puñado de gárgolas vestidas de un color
inexistente.
He viajado a muchos lugares sin nombre, sin fronteras;
quizá he viajado, sin saberlo, al lugar desconocido donde vive la muerte.
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