Aquí estoy otra vez.
Admirando tu abstracta belleza barroca.
Siempre, aunque el cielo pinte arreboles de grises gaviotas,
aunque el otoño solo exista en el esponjoso lomo de los
gatos,
aunque el invierno solo fluya en los vitrales musgosos de
las tortugas,
aunque el tiempo no sea tiempo: he de enjugar tus cabellos
con lágrimas,
pintar en tus caderas los cadáveres que no dieron aviso ni
último respiro,
calcar sobre tu espalda los tatuajes que llegaron a mí en
una especie de herido silencio,
teñir tus ojos con la sangre taciturna de mi sótano,
colorear tus dedos con graves noticias,
sombrear tus párpados con lo que queda de este mundo tan
efímero y tan tuyo.
Ahora matizo tu sonrisa en este frasco con un barco encallado
en sus entrañas.
Eres mi belleza clásica con un automatismo tibio y delirante. ¡Te amo!
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