Aquí tienes una olla de luciérnagas ─le dije─.
Traga cada una cuando den las nueve ni de la noche ni del
día.
Ellas explorarán cada conexión dentro de tu cuerpo
y te devolverán la vista. Lo primero que verás será un loto
blanco,
córtalo delicadamente sin cortarlo
y habrás entrado inconscientemente al bosque, a ti mismo.
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