El cielo ha descendido como cualquier ángel enmohecido.
El tizne es un soliloquio escupido por caimanes
y las nubes parecen huir a lomos del horizonte.
En sus cabellos las libélulas son el reloj en las mañanas.
Un muerto parece haberse extraviado de su tumba,
es extraño para algunos, sorprendente para otros,
el lago fue consumido por la garganta del muerto.
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