Contemplo el universo teñido en hojas secas,
no hay nada que ver, salvo el rostro entumecido de los pájaros;
la pronta respuesta del meandro llega, el elfo nos acompaña
y sangra junto al respiro roto del dintel.
Ligeramente, mientras cavilo, urge arreglar la piel de la bruma,
ojos inmóviles de luciérnagas, tótem forjado en la penumbra.
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