Loco estaría si no pensara en las ideas que surgen de los petates encarcelados, el teatro cubre con el manto del insomnio, las masas creen en lo falso de las hordas infernales de los jeroglíficos; la actuación de mi tango avanza y la punta del lápiz se resquebraja, el incienso huele a azufre, los magos hacen su acto ante los conejos despellejados; esta es la cifra de la mortalidad de las hojarascas, que llenan las páginas del periódico espasmódico; fluye por las ventanas: el silencio tétrico de los huesos, el cuervo aparece como cierzo, picoteando las ventanas y la retina observa las góticas vainas de frijol que deambulan por las aceras de la calle el Gólgota; huele a féretros el tabanco, las manzanas me saben a pecado enfrascado, tiemblan los adoquines cuando pasa la aplanadora literaria; cuando pienso en tus extremidades desmembradas y el vaso de agua de mi cerebro se llena de sangre, brota a borbotones el vértigo del vómito, se torna invisible la tormenta de espectros judiciales; pero a menudo, el espejo refleja los ojos espectrales del sarcasmo empírico; mientras tanto, la montaña suda por las humaredas adoquinadas de las personas que hacen del turismo, ¡un vago turismo entorpecido! ¿Hay siembra de rosas en tus poros?, desde luego, las espinas están inyectándote insulina desde hace muchas generaciones, pero ¿por qué tienes tan negra la sangre?, no sé, tal vez el egoísmo perturbador te ayude a contestarme. ¿Cómo es que los calcetines soportan lo fétido de los poros?, quizá los cerdos me contesten o las guacalchías que asesinan con sus chismes contundentes. Hoy, dormí en el petate del teatro del cementerio y muchas osamentas tuvieron una tertulia interesante; espero otra manifestación espectral, que socialmente llene mis expectativas letradas.
Buen poema. Te delicito.
ResponderEliminarGRACIAS AMIGO ANDRÉ CRUCHAGA, A VECES LOS SUEÑOS SE CONVIERTEN EN CADENAS DE LETRAS...
ResponderEliminar