Se oye el susurro de hadas a lo lejos.
El cielo canta y tiñe los vestidos de la noche con mermelada.
En noches como esta una vez fuimos niños.
Jugábamos con pequeños sapos cubiertos de musgo
y atrapábamos luciérnagas en cestos que dibujábamos.
¡Ah qué noches aquellas! Las tumbas solo eran para las sombras,
la noche moría y brotaba un nuevo día como nace el agua de la quebrada.
(Abrid la puerta al camino, tocad la aldaba del viejo umbral.
Dejad de hundid vuestros cuchillos en la piel de las orugas.
El mundo ya pronto acaba, dejad que la luz respire una vez más.)
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