Navegando en las aguas de la cuna de tus aguas, encuentro nuevos tesoros; mientras otros están clavando tus manos en la cruz del maltrato. Ahora me voy hacia donde el abecedario me dirige y de mí brotan luces en forma de palabras; llenando ese cofre vacío con guijarros mágicos. Aquel dice: ¡Vos estáis loco, es una locura lo que escribes!, ¿qué ironía, no?, desde luego le respondo: Desde el momento en que mencionas la palabra loco, ambos lo estamos, pero en cierta forma, porque ─yo─ estoy loco perdido en los cabellos de la poesía y ─tú─ estás perdido en la ignorancia del candado. Sigamos en el camino amor, ya que las rocas no serán obstáculos certeros, abramos nuestro cofre y obliguemos al pirata a ver dentro de él, para que encuentre su barco perdido en la Atlántida de su cerebro. Sigo navegando y oigo a lo lejos el canto de la sirena en forma de soliloquio, está feliz, porque sabe que algún día podrá caminar sobre el mar que sueña. Camino ahora por la orilla de la Costa del Sol, observo el crepúsculo, observo el abrazo de las aguas del mar al sol, como mujer a hombre, como hombre a mujer, que luego con el beso se evapora el fénix inmenso...
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