Raras veces me detengo en los sucios trapos de los fetiches.
Para las gárgolas es muy fácil abrir la boca por conveniencia,
mas es difícil opinar de la niebla o del hollín malversado de sus camándulas.
Siempre se dice que hay necesidad de un incensario, de un huacal
o de un alambique para hacer el trabajo pútrido de los moluscos.
Un día menos pensado, se abrirán los portales de la justicia,
se abrirán los tragaluces hacia un horizonte de rocío;
y desde luego, ese día me besarás como Megan Fox
y dejarás de ser solo un desvarío en las páginas de mi automatismo.
Al fin y al cabo, tengo en mis pupilas el arcano de tus pezones
y pronto brillarás en el balcón, como aquella almendra de luz.
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