Ahí parlotean los grillos
y beben del cántaro de las cigarras.
Aquí viven mis dos tíos
y nos llenan de alegría con sus guitarros.
Aunque el frío siempre nos ronda,
seguimos como pingüinos en el rancho
y nunca nos cansamos de visitarlo;
pero lo que nadie nos cree: es que el rancho
está dentro de un caracol gigante de mármol.
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