No vengas a mí cuando la oscuridad sea tan negra como tus actos,
ni cuando las cadenas estén dándote pócimas de suicidio.
No vengas a mí cuando el lodo sea el jugo gástrico en tus entrañas,
ni cuando los pájaros ya estén muertos y la jaula esté viva.
No vengas a mí cuando tus zapatos estén fabricando discursos.
No vengas a pedirme caléndulas para perturbar tu sepultura.
No entres a mi cuarto cuando estés a punto de herirte la sangre.
No vengas a mi rancho cuando las termitas hayan consumido tu bolsillo.
No vengas. No vengas aquí con tus racimos de amarillismo en el esófago.
Mi aldaba está oxidada como la tierra, la esquizofrenia me asfixia.
He cancelado todas mis citas con el manicomio, a causa del extravío
y del destierro que descansa en las frías camas de lo deshabitado.
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