(De mañanas sin rocío
y rostros sin
ventanas.)
Sufre metamorfosis el vaho,
ahí donde solo usted puede acariciar el silencio
y descamina la senda de los cráneos bajo los calcañales.
Los crisantemos bajan la voz cuando ven cruzar las
letanías,
las letanías totémicas de los cardos; la noche suda tanto
susurro,
las paredes se rascan el universo de arcanos con el dedo
índice.
¿Qué sabemos nosotros de la voz gutural del suplicio
o de la elegía compuesta por el viento y sus añicos?
Me duele tan solo pensar en el polvo de las fotografías,
incluso en telarañas la araña recoge cada fragmento de mis heridas.
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